Juan Antonio Prados Urbano

Psicólogo. Colegiado nº AO10579
Lo ideal sería poder plantarle cara a la situación, afrontarla con nuestros recursos, resolver y aprender de ello; pero, si pese a intentarlo no logramos solventarlo, lo conveniente sería pedir ayuda lo antes posible ¿Y por qué esta premura? Porque es sabido que cuando la mente calla el cuerpo no tardará en hablar y acabará gritando si no lo atendemos como es debido. También debiéramos tener presente la definición que la OMS hace de la salud: «estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Bien entendido podríamos decir que estaríamos obligados por ley natural a estar y sentirnos bien para poder afrontar nuestra supervivencia con solvencia. Digamos que, como seres vivos que somos, lo natural sería sentirnos bien, pero todo se complica cuando nos situamos en la categoría de animales complejos, animales educados, con capacidad para razonar e interpretar nuestra propia realidad. Y es en la interpretación que cada uno hace de lo que le ocurre donde está la clave que establece la diferencia del nivel de bienestar entre un@s y otr@s. Las personas somos capaces de desarrollar proyectos increíbles, inventar máquinas, construir puentes, filosofar hasta altas horas de la noche con el propósito de salvar el mundo, pero también somos capaces de lo peor, llegando a perjudicarnos, enredándonos con nuestros miedos psicológicos y no sabiendo encontrar la salida. La gran diferencia entre unas personas y otras se pone de manifiesto a la hora de afrontar el problema que nos está generando la imparable actividad mental. Están l@s que, por diferentes motivos, miran para otro lado esperando que el paso del tiempo haga la función de terapeuta. Por el contrario, cada día son más las personas que buscan ayuda con determinación, sabedores de que la psicoterapia mejorara la calidad de vida.
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